Uno de los primeros en apoyar la traducción automática cuando se está estudiando una lengua extranjera, fue Patrick Corness ( 1985-88). Para Corness, la utilidad de esta herramienta consistía en fomentar el análisis de estructuras léxicas y gramaticales así como considerar los diversos aspectos culturales cruciales para la traducción.
Para los detractores de este método, como Sommers (2004), la utilización de este programa puede hacer que se incorporen hábitos lingüísticos incorrectos.
Dado que la traducción automática no posee un sistema inteligente de corrección automática de errores, los traductores que lo usen, deberían recurrir a otros medios para la corrección como por ejemplo glosarios, textos paralelos, foros de discusión, etc. para elevar la calidad lingüística del trabajo.
Otra forma de mejorar la calidad del producto final, es utilizar la post-edición para obtener un texto como mínimo aceptable.
Según Allen (2003), se podría utilizar la post-edición como medio de comprensión para traducción urgente de textos o bien para obtener alguna información específica o de circulación interna.
Como medio de publicación con una post-edición mínima, según la exigencia del cliente o con una post-edición completa, para obtener un producto final de alta calidad.
Por último, Bellam (2002) sostiene que por medio de la post-edición se consigue detectar y corregir errores producidos por el programa de traducción automática.
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